Aulladores Blancos

Las Islas Británicas fueron una vez el hogar de una poderosa pero pequeña tribu Garou llamada los Aulladores Blancos. Conocidos por sus aterradoras costumbres, los Aulladores Blancos eran considerados extraños incluso para sus primos y vecinos, los Fianna. Prefiriendo vivir en páramos fantasmales y a lo largo de las solitarias costas del Mar del Norte, se dice que los Aulladores cortejaban a los espíritus de los animales muertos de una forma más truculenta que otros pueblos aborígenes. Sus parientes eran pictos primitivos, por lo que la tribu parecía una reliquia de la edad de piedra más que sus contemporáneos Garou.

Los Aulladores seguían al tótem León, y de él aprendieron secretos de caza que les convirtieron en algunos de los mejores cazadores. También recibieron su fuerza, que les dio poderosos músculos, con frecuencia deformes y de aspecto desproporcionado para el buen gusto de los celtas. Sus tatuajes y glafos estaban imbuidos de espíritus que les ayudaban en la guerra o el robo de mujeres para criar (una de sus actividades predilectas, que ha sido continuada por sus… descendientes).

Los Aulladores Blancos no murieron: se convirtieron en Danzantes de la Espiral Negra. Mientras las demás tribus Garou pueden hablar de grandes sacrificios y cierto grado de martirio, los Aulladores Blancos simplemente fallaron. El grueso de la tribu, henchido de orgullo y soberbia, descendió a un antro del Wyrm: salieron como criaturas enloquecidas, que jumbrosas y delirantes, con sus magníficos pelajes blancos manchados y ennegrecidos, sus ojos resplandeciendo como piras de corrupción. Estos Aulladores alterados, con la ayuda del Wyrm, cazaron a los suyos y los expusieron al fuego de las piras de corrupción, retorcidas parodias de los fuegos sagrados de sus primos celtas.

Entonces procedieron a corromper a sus Parientes humanos. En una generación, habían convertido a los pictos en atontados brutos contra hechos. Finalmente, los pictos murieron, aunque las leyendas vikingas de las Islas Orcadas dicen que aún vivían en la tierra oscura en el siglo IX o X. Por supuesto, algunos pictos se mezclaron con los invasores celtas y sajones, pero en general quedan pocos indicios de su linaje.
De ese pequeño número, un porcentaje aún menor lleva el gen de los Aulladores Blancos. Aunque no es nuevo que nazca algún Aullador Blanco, es extremadamente raro. Estas lastimosas criaturas no tienen muchas posibilidades, pues los espíritus vigilantes de la Parentela de los Aulladores Blancos fueron también corrompidos y están alerta al nacimiento de cualquier Aullador Blanco. Los espíritus informan diligentemente a los Theurge de los Danzantes, que de inmediato organizan la caza del niño. Normalmente lo encuentran antes incluso de que los demás Garou sepan de su existencia, realizando el viejo cambio en la cuna, en el que se llevan al Aullador Blanco en potencia y ponen a otro bebé en su lugar (por lo general un Pariente de la Espiral Negra de una familia cercana, encantada de vender al bebé por un poco de dinero; el niño raramente se parece siquiera al raptado. El bebé Aullador sufre entonces un demoníaco bautismo que asegura que crecerá hasta ser como el resto de la “familia”.

Los Garou odian perder, y muchos hombres lobo han elogiado a los Aulladores como grandes guerreros derrotados por un poder superior. Pero la verdad, tal y como perciben algunos Galliard Fianna, es que de todas formas estaban en el camino de la destrucción. Los Aulladores encontraban a la Tejedora totalmente extraña, y eran incapaces de competir con los invasores más civilizados de las Islas. Como sus Parientes, nunca llegaron a salir del pasado. Donde las tribus lupus como los Garras Rojas sobreviven criando en la naturaleza, las tierras salvajes de los Aulladores Blancos se estaban convirtiendo rápidamente en el hogar de otros, y la tribu se negaba a mezclarse con la mayoría de ellos.

Si el Wyrm no se los hubiese llevado, lo intratable de sus costumbres y su rechazo al cambio habrían acabado probablemente con ellos. Como dice el Ahroun Fianna Rory Muerdehachas:

“Diría Descansen en paz, pero los gusanos no están muertos: ¡siguen arrastrándose por ahí y meando en nuestras ollas!”.

Tiburk

Un amante de los juegos de rol...

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