Caballeros Hospitalarios

La Orden del Hospital de San Juan de Jerusalém es la más conocida y duradera de todas las órdenes hospitalarias. A pesar de la angustia que provoca a las autoridades religiosas de Europa, pues no tiene ninguna responsabilidad con ellas, la orden siguen siendo el instrumento que establece la leyenda del cruzado como soldado santo de Cristo que construye el ideal del guerrero espiritualizado.

De hecho, algunos de sus miembros serán canonizados o santificados, como Pedro de Imola y San Gerard. Los miembros son, en su mayoría, franceses e italianos, aunque también hay algunos caballeros españoles. Su símbolo es una cruz de malta blanca sobre negro en tiempos de paz, y sobre rojo en tiempos de guerra. Uno de sus principales baluartes, el Crac Des Chevaliers, es uno de los castillos de los cruzados más grandes y mejor defendidos, y alberga a casi todos aquellos que viajan por Ultramar.

En el año 1142, Guillaume Du Crac donó a la orden este imponente castillo, situado sobre una colina volcánica en Kerak, al sudeste del Mar Muerto. En 1193, la orden lo amplió y lo fortificó, y lo ha defendido con éxito a pesar del decadente destino de los católicos en Tierra Santa. En la actualidad, la fortaleza es tan grande que contiene todo un pueblo en el interior de sus muros, con una iglesia y una capilla, acueductos, aljibes, atrios, establos, animados barrios y grandes pabellones.

NACIMIENTO DE LA ORDEN

El Hospital de San Juan ha existido desde la época de Cristo, pero en aquella época sólo servía como un lugar de curación para los peregrinos. En 1099, Gerard (conocido como el Bendito y quien puso en marcha el hospital) permitió el posterior desarrollo de la orden al ayudar a los cruzados a sitiar la Ciudad Santa.

Los Hospitalarios y otros fieles explican una historia casi milagrosa sobre el cometido de Gerard durante el sitio de 1099. Al oír que la ciudad estaba siendo atacada por los cristianos, se apresuró hacia sus muros y se unió a los defensores de la ciudad… aunque en vez de lanzarles piedras, les tiró barras de pan para rellenar las reservas de los cruzados. Las autoridades musulmanas le arrestaron inmediatamente y lo llevaron, encadenado y a rastras, a la corte, pero los testigos de su crimen se quedaron perplejos cuando las barras de pan que habían guardado como prueba se convirtieron en piedras en cuanto fueron presentadas ante el gobernador. Los Cainitas de Tierra Santa hablan sobre la implicación que tuvieron los Malkavian o los Ravnos en esta transformación, pero como la fe y las simples mentiras son demasiado fuertes en Jerusalén, esta leyenda se puede justificar sin la sangre de Caín.

Los esfuerzos de Gerard le concedieron la gratitud de los cruzados además de sus fuertes contribuciones financieras. Ya sea debido a su influencia personal o al entusiasmo generalizado de Europa por las Cruzadas, la nueva orden consiguió un sorprendente despliegue de propiedades en muy pocos años. En 1114, Gerard recibió una provincia entera en Portugal y poco después, territorios en diversos países de Europa Occidental. Además, durante los primeros años del siglo XII, el poder religioso de la orden se incremento gracias a una serie de aprobaciones y privilegios papales que les conferían tal autoridad que los obispos no pudieron continuar prohibiendo las iglesias Hospitalarias.

Hacia el año 1130, el hospicio/enfermería de Jerusalén era tan grande y próspero que tuvo que contratar mercenarios para proteger a los pacientes de los bandidos. En unos años, el sucesor de Gerard, Raymond Du Puy, militarizó el hospital hasta el punto que participó en el deprimente y fallido ataque de Damasco en 1148 y en la consiguiente captura triunfal de Ascalón en 1153. Los Caballeros Hospitalarios destacaron luchando en ambas batallas. Pronto, estos caballeros se hicieron tan militantes y famosos como los Templarios.

LA REGLA HOSPITALARIA

Los Caballeros Hospitalarios, muchos de los cuales entran en la holgada categoría de “seglares santos”, al principio seguían una variante de la Regla de San Agustín, pero han empezado a acatar su propia regla. Raymond du Puy y Roger des Moulins, que fueron unos de los primeros Grandes Maestres de la orden, redactaron una regla exclusiva que, con el tiempo, consiguió la influencia necesaria para ser adoptada por una serie de hospitales religiosos. Una adaptación ligeramente tardía de la regla original divide a los miembros en tres categorías: caballeros (fratres mílites), capellanes (fratres capellini) y sargentos (fratres servientes armigeri). Otros se asocian a la orden como sirvientes de las casas que pertenecen a la orden o para trabajar en sus granjas.

En su forma final, la Regla de los Hospitalarios es similar a la de los Templarios, aunque no tan extrema. Los caballeros y otros miembros de la orden hacen el triple voto de castidad, pobreza y obediencia y no pueden tener pertenencias personales diferentes al pan, al agua y la ropa… y esta última debe ser de baja calidad. Sin embargo, a diferencia de los Templarios, los Caballeros de San Juan han decidido afiliarse con órdenes de hermanas hospitalarias, muchas de las cuales trabajan directamente con pacientes. En ocasiones, se afirma que estas asociaciones apadrinan a mujeres guerreras, aunque estas afirmaciones son negadas vigorosamente por las abadesas y las hermanas de las órdenes implicadas.

IMPLICACIÓN CAINITA

La orden mantiene estrechos vínculos con algunos Toreador. Sin que lo sepa nadie, excepto algunos mortales elegidos, el poderoso Toreador Alfonso des Rosiers apadrina una suborden secreta en el interior de la Orden de los Hospitalarios: Los Caballeros del Sable Rosa. Un grupo de ghouls muy competentes constituyen este círculo interno; están holgadamente vinculados a una Hermandad totalmente vampírica del Sable Rosa que tiene su sede en Flandes. Carel vanden Driessche, actual Maestre de la Hermandad, está llevando a cabo, paciente y silenciosamente, una campaña para unir a ambas fuerzas… aunque hasta ahora ha tenido poco éxito.

Lo que han conseguido los caballeros del Sable Rosa es proteger cuidadosamente a toda la orden de las persecuciones sobrenaturales que realizan los Templarios. Vanden Driessche, político y guerrero experimentado, ha forjado prudentes alianzas con algunos Toreador islámicos y, a través de ellos, con miembros del castillo del visir de los Assamitas. Esto apenas ha conseguido mantener la paz entre musulmanes y Hospitalarios, pero ha ayudado a evitar que los Assamitas más beligerantes centren su atención en la Hermandad o en la orden en su conjunto. Si los Hospitalarios descubren en qué medida han alterado el curso de sus batallas los caballeros secretos que hay entre ellos, es difícil predecir si se mostrarán complacidos o enfurecidos. Los protectores Toreador de la Orden de San Juan temen que otros Cainitas estén interesados por los Hospitalarios. De hecho, en 1158, el talentoso de Puy desapareció misteriosamente de Verona, durante un viaje por Europa en el que fue recibido calurosamente por diversos jefes de estado y agasajado con presentes. Des Rosiers utilizó todos sus recursos para encontrar al Gran Maestre desaparecido, convencido de que la Herejía Cainita respaldada por los Lasombra le había “reclutado”, pero jamás le encontró. Dos años después, los humanos de la orden perdieron todas sus esperanzas y nombraron a Auger de Baiben su nuevo Gran Maestre.

Además, últimamente, diversos cristianos que viven cerca del Crac des Chevaliers han afirmado haber visto, durante la noche, a una deforme figura gris por las rocas que rodean al torreón. Muchas más personas están extendiendo este rumor, aunque insinuando que el monstruo se encuentra bajo el control de los Hospitalarios y que no está atacando las defensas de la orden.

Tiburk

Un amante de los juegos de rol...

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