Linea de Sangre – Tlacique

Con el descubrimiento del Nuevo Mundo, en Mexico, se descubrieron vampiros que ya moraban allí desde tiempos ancestrales. Se encontraron Gangrel, y Nosferatu, pero en mayor número, y gobernando, a los Tlacique, un linaje que creía descender de Tezcalipoca, el dios jaguar, de los espejos, la noche, el humo y la magia negra. Gobernaban sobre los nativos como no se había visto desde Cartago (aunque ellos llevaban haciéndolo desde antes). Los hechiceros Tlacique eran llamados Nahualli, y gobernaban en pequeños grupos llamados círculos. Los Nahualli celebraban sus ritos en lo alto de los zigurat, extrayendo el corazón de sus victimas y bebiendo su sangre. Eran considerados dioses y adorados como tales. En un primer momento, los Tlacique mantuvieron buen entendimiento con los vástagos extranjeros, pero los Conquistadores aplastaron al pueblo Mexicano, y los Tlacique cometieron el error de creer que si los Conquistadores actuaban así, era por deseo de los…

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Mas sobre los Bastet

Los Niños de las Sombras caminan por los días del crepúsculo sin miedo, Ya que nadie puede rivalizar con ellos en su majestuosidad. Nadie puede igualar nuestra ferocidad: La jungla tiembla como el humo a nuestros furiosos rugidos, El Sol nos otorga fuerza para matar a la lluvia, Con un golpe de nuestras zarpas sacudimos la tierra. Nadie puede igualar nuestro Honor: La sabiduría de lo eterno cabalga tras nuestros ojos amarillos, El rastro se dobla tras nosotros entre las sombras de las Alas del Trueno, Recorremos el Viento del Sur entre las estrellas. Nadie puede igualar nuestra Inteligencia: La Muerte nos susurra secretos en oscuros rincones, Escondemos los nombres de las cosas en palabras de niebla y el habla de la nieve, Bailamos locamente en los más ocultos de los lugares. Solo nos inclinamos ante Selene y Gaia; quizás nuestras acciones sustenten a nuestros bienamados allegados. Jaya! ¿Quiénes son…

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La Ciudad del Medioevo Oscuro

Así es la vida en el mundo del Medioevo Oscuro… el mundo al que los Cainitas llaman hogar…Una oscura e imponente muralla de fría piedra toscamente labrada, de unos 15 metros de altura, que rodea una extensa superficie de tierra, con torres de guardia en cada una de sus curvas. El espacio entre esos muros está atestado de cientos de edificios terriblemente estrechos, el más alto de los cuales tiene dos pisos y oculta toda la luz. Sólo las angostas, ominosas y desigualmente empedradas calles contrastan frente a las en apariencia interminables hileras de toscas casas de madera, tiendas gremiales, tabernas y posadas.  Incluso entonces, las calles son impredecibles, retorciéndose y girando sin ninguna coherencia. Una población humana de 10.000 individuos se abren camino impacientemente unos por encima de otros a lo largo de esas abigarradas calles y avenidas; atestando los puestos de la plaza del mercado, vociferando y regateando…

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Ciudades y asentamientos del Este V

Transilvania Nocturno: Ciudades y asentamientos del Este V (HUNGRÍA I) Otro trueno estremeció la tierra, y un tercero. Después llegó el silencio, tan súbito y profundo que era más aterrador que la tormenta. El viento cesó tan bruscamente como había llegado, y el humo volvió a elevarse en el aire. Sólo el camino del fuego crepitó poco a poco hacia el oeste, ardiendo de forma llamativa. – Kate Seredy, “El ciervo blanco” (cuentos del pueblo magiar y los viejos dioses)

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Ciudades y asentamientos del Este VI

Transilvania Nocturno: Ciudades y asentamientos del Este VI (HUNGRÍA II) Otro trueno estremeció la tierra, y un tercero. Después llegó el silencio, tan súbito y profundo que era más aterrador que la tormenta. El viento cesó tan bruscamente como había llegado, y el humo volvió a elevarse en el aire. Sólo el camino del fuego crepitó poco a poco hacia el oeste, ardiendo de forma llamativa. – Kate Seredy, “El ciervo blanco” (cuentos del pueblo magiar y los viejos dioses)

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Ciudades y asentamientos del Este VII

Transilvania Nocturno: Ciudades y asentamientos del Este VII (HUNGRÍA III) Otro trueno estremeció la tierra, y un tercero. Después llegó el silencio, tan súbito y profundo que era más aterrador que la tormenta. El viento cesó tan bruscamente como había llegado, y el humo volvió a elevarse en el aire. Sólo el camino del fuego crepitó poco a poco hacia el oeste, ardiendo de forma llamativa. – Kate Seredy, “El ciervo blanco” (cuentos del pueblo magiar y los viejos dioses)

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