Verdadera Fé

La verdadera fe es un atributo especial que sólo poseen escasas personas del Mundo de Tinieblas. Mientras que muchos mortales son más o menos fieles a una creencia o causa, sólo un pequeño número tiene la ardiente llama, la profunda convicción que pueda protegerlos contra criaturas como vampiros. Dése cuenta, mientras que en la mayoría de las leyendas vampíricas reflejan al Maldito repelido por cruces y similares, la Fe puede manifestarse en cualquier forma religiosa. Un devoto judío podría ser capaz de protegerse de los vampiros con su Estrella de David, o un taoísta podría ser capaz de entonar oraciones especiales, mientras que un cristiano con falta de Verdadera Fe encuentra a su crucifijo impotente contra la no-muerte. Esta Fe no es necesariamente incrementada a través de la experiencia. Ciertamente, ésta podría ser elevada como resultado de la experiencia personal, pero es más trascendental que eso, algo más que la…

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Unre, la Guardiana del Gólgota

Libertad frente a organización, voluntad frente a rectitud, antiguos frente a neonatos… Todas estas luchas caracterizan a los vampiros del Sabbat, que parecen unidos tan sólo por el odio que sienten hacia los Antediluvianos y por el desprecio que demuestran hacia el ganado. Trasfondo: Durante siglos, los Heraldos de las Calaveras hirvieron con una rabia impotente, atrapados más allá de los muros de la muerte. Sólo los talentos nigrománticos del Capuchino y Unre, trabajando a uno y otro lado del Sudario, fueron capaces de abrir un portal que permitiera a los Heraldos se reunieran nuevamente en el reino de los vivos. Y qué reunión fue ésta… Enfurecida por la encarcelación de su línea de sangre más allá del Sudario, Unre había ido hundiéndose en la locura durante casi dos siglos. Cuando regresó fue como si cada gramo de odio y desprecio del Inframundo hubiera sido descargado sobre el mundo de…

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Relato de Isobel – Al filo de la Destrucción

Este es el escrito ganador de nuestro Concurso de Relatos “Al Filo de la Destrucción” Que lo Disfruten. Evidentemente, el ghoul había caído doblemente en desgracia. Tras los barrotes de la pequeña ventana de su celda en los calabozos de la ciudad de Pompeya, Ovidio Neptunio observaba los resabios de la masa de gente que ya terminaba de huir rumbo a las playas. ¿Qué era esto? ¿Una nueva Sodoma? ¿Gomorra volvía a levantarse para perecer nuevamente? Se seca la frente sudorosa con el antebrazo tembloroso. Pocos eran los rezagados que transitaban las calles algo desorientados. Los patricios cargaban sus pertenencias más preciadas y portátiles escondidas en cofres finamente tallados; y los plebeyos hacían lo propio en bolsas gastadas al hombro. Ovidio les observaba pusilánime, subido a un pequeño banco para ganarle altura a la ventana. Su amo, un Tzimisce de alto rango, le había abandonado con las primeras erupciones. Y…

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