Dispares – Taftani

La verdad es mi fuego, el arte mi gozo y el coraje mi designio.

Hubo un tiempo en el que los sultanes volaban en alfombras voladoras y los visires daban órdenes y consultaban a genios atrapados en lámparas o joyas brillantes. Los mercaderes ricos vivían en maravillosos castillos que flotaban sobre las nubes. Hubo un tiempo en el que los Taftâni, tejedores de milagros y maestros de las Artes, crearon todas estas cosas y más aún.

Independientes y nómadas por naturaleza, estos tempranos ashavanti (“seguidores de la Verdad”) permanecieron recelosos de los magi europeos y su Magia encadenada y confinada. Donde la Orden de la Razón veía terroríficas fuerzas que debían ser erradicadas y el Concilio de magi veía un Arte solemne y exclusivo, los Taftâni miraban la Magia y veían un don: una expresión sin límites de la belleza y el poder de Asha (la Verdad Última) que debía ser saboreada, disfrutada y gozada con tanto vigor y entusiasmo como una excelente comida, un buen vino o un encuentro sexual.

Por desgracia, estos místicos salvajes no sobrellevaron bien que el mundo cambiase a su alrededor. Para ellos las ciencias modernas son manifestaciones de druj (“falsedad”) y las crédulas almas que la manifiestan. Sin embargo, cuando los Tejedores enfrentaron sus verdades contra esas falsedades, muy a menudo ardieron. Y aun así, a pesar de las imposibles probabilidades, los Taftâni sobrevivieron… no muchos, seguro, pero los suficientes para preservar su conocimiento y sus Artes.

La naturaleza independiente de la secta hizo a sus individuos difíciles de encontrar y aún más de destruir. La mayoría de los supervivientes marcharon al desierto y se unieron a las comunidades beduinas. Enclaves menores siguieron el ejemplo de sus parientes Batini y se hicieron invisibles, traspasando en secreto sus Artes a aprendices dignos, observando el mundo cambiante y aprendiendo sus formas y costumbres.

Los Taftâni de hoy en día siguen siendo ostentosos, desafiantes y ruidosos. Aun así, tienden a tener mejor relación con la Paradoja (un beneficio práctico adquirido a lo largo de cuatro siglos de prueba y error). Aunque algunos aún viajan con las tribus nómadas de Oriente Próximo y practican las venerables Artes de los espíritus y el gobierno, la mayoría de los Tejedores actuales se acomodan en los palacios de cristal de las tierras ricas en petróleo, canalizando sus artes mediante números, finanzas y las maravillas de la tecnología (arrancando las herramientas de los enemigos Tecnócratas justo bajo sus pies, como si quitaran de un tirón las alfombras de debajo de los pies de los estúpidos).

La ciudad de Dubái se alza en el desierto como base de operaciones de los Taftâni del siglo xxi. ¿Qué otra cosa puede explicar los fantásticos edificios que desafían las leyes de la física? Esos imposibles oasis en medio del desierto que seducen a gente de todo el mundo para que vayan y vean, se maravillen y jueguen. Desde el Burj Al Arab y la Torre Dubái a la submarina Hydropolis y los rascacielos giratorios, cada nuevo logro arquitectónico está adornado con genios o espíritus… no como una prisión Tecnocrática, sino como una encarnación de maravilloso Arte.

Organización: Los Tejedores, un grupo fieramente independiente, no se congregan en casas, familias, cábalas o similares. Hay escuelas en las que un ashavanti recién Despertado puede aprender las costumbres de antaño. Aun así, en casi todos los casos los Maestros Taftâni sólo entrenan a un aprendiz a la vez y rara vez entrenan a más de tres en toda su vida. Fuera de esos vínculos de aprendizaje, los Tejedores se encontraban hasta recientemente sólo en bagha (“jardines”) cada seis meses. Sin embargo, en años recientes, tal aislamiento ha dado paso a una cooperación pragmática.

Sólo los estúpidos rechazan cambiar ante la extinción… y ésta está muy próxima, de hecho. Enfrentados a los genios locos de la Orden Tecnocrática (y aún peor, con la venenosa corrupción de los amos Caídos de la Orden), los Tejedores han abandonado su vieja tradición de conflicto interno. Aunque la sociedad Taftâni sustenta un tejido muy impreciso, es mucho más estable… y sutil… que nunca antes. Y en esa tranquila estabilidad ha prosperado.

Iniciación: La visión artística combinada con aptitud y aplicación prácticas significa más para los Taftâni que las rígidas ceremonias. Un Tejedor que no puede tejer, uno que no puede ver los patrones antes de que tomen forma bajo sus manos, no es un verdadero Tejedor en absoluto. Así, un maestro encuentra a sus aprendices dondequiera que estén, los entrena vigorosamente, los pone a prueba de forma constante y concede la máxima importancia a enseñarles bien.

Tomar a un aprendiz es un honor y una responsabilidad sagrados para el ashavanti. Después de todo, la Verdad es fácilmente disipada por la ignorancia o la corrupción. Esa responsabilidad corta en ambos sentidos; un aprendiz a Tejedor soporta una brutal carga de tareas y servicios. Según una larga tradición, un maestro Taftâni toma a un aprendiz en algún momento entre los 11 y los 16 años; le enseña las Artes esenciales hasta que muere, prospera o vence a su mentor en combate místico; y entonces le presenta a los genios y las muchas formas en las que se pueden controlar tales entidades. Si el pupilo muere, entonces el maestro guarda luto… pero no demasiado.

Sabe que, si alguien presume de tejer fuego divino, entonces ¡ese Tejedor debe tener la fortaleza de Voluntad y el Arte para sobrevivir a tal majestad!

Esferas Afines: Fuerzas, Materia, Cardinal o Espíritu.

Foco: La llama de Asha está limitada sólo por la Voluntad y la visión del Tejedor. Aun así, al igual que una buena alfombra sigue una onda y un buen fuego sigue las corrientes de aire y la leña, también las bendiciones de Asha siguen los brillantes designios de la intención y la consciencia.

El foco de los magos Taftâni implica dar forma a los pensamientos y materiales hacia un gran y elaborado diseño, uno que demuestre la belleza de Verdad y la destreza del mago. El Poder da la Razón en un reino de Orden Divino y Caos Terrenal, por ello los ashavanti emplean alquimia, artesanía, Alta Magia Ritual, sabiduría loca, el Arte del Deseo, un toque de hipertecnología y dominio sobre hombre y espíritus por igual.

Estereotipos
  • Las Tradiciones: No hay visión poética en sus obras. Dan forma a la Magia sin gozo o desafío y, así, no están a la altura de la Verdad.
  • La Tecnocracia: Nuestra palabra para ellos, dregvati (seguidores del engaño), revela la verdadera afiliación de estos Reyes-Demonio. Tomaremos sus juguetes y quemaremos sus sombras con nuestras llamas.
  • Los Dispares: Demasiados de ellos carecen de arte o coraje; aun así, se enfrentan a los Caídos, y por eso, por ahora, permanecemos junto a ellos.

Djinns, alfombras voladoras, botellas mágicas, hombres cambiaformas, mujeres que miran a través del velo de ilusión y caballos de madera que cruzan el mundo son leyendas que provienen de los Taftâni, los tejedores de diseños maravillosos. Desde su hogar en Oriente Medio, estos brujos practican desde hace mucho un estilo de magia rimbombante y vibrante. Perseguidos en la actualidad por un mundo estrictamente científico y la agonía de la magia resplandeciente, se agarran a la última esperanza del misticismo que fluye entre sus manos como la arena del desierto.

TRASFONDO:

Al igual que el Ahl-i-Batin, los Taftâni reclaman las tierras desérticas de Oriente Medio como su hogar. Los magos que se llaman a sí mismos los Tejedores trazan su antiguo linaje hasta los primeros tiempos de la magia sin forma definida, anterior al auge de los grupos de magia diferenciados. Anterior a las religiones monoteístas del judaísmo, cristianismo y el Islam, los brujos de Arabia, Persia y las tierras vecinas rendían honores a un infinito número de deidades y espíritus, tanto benignos como malvados. Los Taftâni basan sus manejos mágicos en la creencia de que la magia es abundante en todo el universo, encarnada en los espíritus y demonios conocidos como djinns. La habilidad de los Tejedores a la hora de usar su voluntad para ordenar o atar a un genio les sirve como una forma de proteger a los Durmientes bajo su custodia, e igualmente como una manera de regocijarse en sus dones mágicos.

Salomón el Sabio, uno de los más grandes reyes de Israel, y supuestamente, uno de los brujos más poderosos del mundo, no practicaba únicamente los rituales de la magia Hermética, sino que también ganó fama por su habilidad para encadenar a los demonios. A pesar de la conversión de Salomón a las creencias en un sólo Dios, los Taftâni trabajaron junto a él durante el auge de la Plaga de los diez mil Djinns, apresando espíritus malvados mediante sellos de poder o atándolos en el interior de objetos físicos.
Al contrario que los Ahl-i-Batin, los Taftâni rehusaron abandonar sus creencias politeístas en favor del Islam. Esta firme adhesión a su antigua doctrina con multitud de dioses y demonios formó una peligrosa brecha entre los Tejedores y los Batini, que ha persistido hasta hoy. Debido a este no disimulado paganismo, los Taftâni se retiraron incluso más allá del mundo que los rodeaba, separándose de la cultura musulmana para seguir sus propios caminos en la magia.

Unos pocos Taftâni se presentaron en la Gran Asamblea de Mistridge, más por curiosidad que por un deseo real de aliarse con las otras escuelas de magia. Declinaron la oferta de unirse a las recién formadas Tradiciones, y los Taftâni dieron la espalda a los magos europeos y tribales, desdeñando la idea de regularse a ellos mismos y despreciando el concepto de que la magia debía estar sujeta a otro control que no fuese la voluntad del que la practica. Etiquetados como Dispares por las Tradiciones, los Taftâni perdieron cualquier protección que pudieran haber obtenido al someterse al Concilio de los Nueve. La mayoría de los Tejedores consideró su posición como “parias” entre las Tradiciones el precio a pagar para obtener la libertad de practicar la magia fieles a su estilo, resplandeciente y exuberante.

La dominación del Islam de las tierras ancestrales de los Tejedores llevó a los Taftâni a esconderse. Del mismo modo que la Inquisición persiguió y exterminó a muchos magos de las Tradiciones en Europa, los ejércitos del Islam cazaron y destruyeron a muchos de los Taftâni, tachándoles de infieles e infernalistas. Unos pocos consiguieron sobrevivir, huyendo a los lugares más apartados del desierto y erigiendo allí inexpugnables fortalezas, protegidas por djinns esclavos y otras criaturas conjuradas. Otros se retiraron a sus castillos en las nubes o a sus reinos de bolsillo, donde pudieron practicar su magia sin interrupciones de un mundo que se volvía cada vez más hostil.

La popularización de las antiguas culturas árabes y persas por parte de Sir Richard Burton y otros caballeros aventureros del siglo XIX hizo que algunos Taftâni abandonaran ligeramente su vigilancia y salieran de nuevo a la luz. No obstante, ese breve periodo terminó al desatarse la Primera Guerra Mundial, en el que la Tecnocracia se aprovechó del conflicto a escala mundial para establecerse en los lugares más remotos del mundo y en el corazón de la magia Taftâni. Una vez más, los Taftâni se retiraron. Desde los primeros años del siglo XX, los Taftâni se han mantenido aparte de los asuntos del resto del mundo, participando en los mismos únicamente cuando era absolutamente necesario para proteger sus propios territorios o para prevenir alguna amenaza personal.

Sólo unos pocos Taftâni siguen practicando su magia en Irán, Iraq, Turquía, Arabia y otros lugares de Oriente Medio. Estos individuos resueltos rehúsan abandonar sus creencias, incluso ante las tremendas dificultades provocadas por los políticos teocráticos y la expansión de la tecnología en el mundo árabe.

Un asunto de vital importancia para los Tejedores es la necesidad de mantener sus custodias y sellos de protección que aún mantienen atados a algunos de los más poderosos djinns. Varias lámparas mágicas han desaparecido, yendo a parar a las manos de coleccionistas o languidecen en museos bajo unas medidas de seguridad escasas. Los Taftâni temen un debilitamiento de estas ataduras y el caos que a buen seguro seguirá si alguna de estas criaturas escapa a un mundo donde su existencia choca con las leyes de la realidad. Algunos Taftâni aseguran que las recientes catástrofes en Oriente Medio son la prueba de que al menos algunas de estas ataduras se han desintegrado, causando la destrucción y la ruina inmediatamente después. Cuando una parte de una ciudad estalla en llamas o la pared de un museo se viene abajo, el Tejedor más cercano intenta descubrir si el daño se produjo por medios naturales o por el contrario, si éste fue producido por la destrucción de un antiguo sello y la liberación de un airado djinn.

Recientemente, algunos Tejedores han comenzado a realizar tentativas de alianzas entre ellos en un tardío intento de deshacer parte del daño provocado por la expansión de la tecnología en sus territorios. Algunos Taftâni han sugerido una gran demostración de magia que haría comprender a la humanidad, de una vez por todas, que la ciencia sólo describe una parte de nuestro mundo. Si pueden demostrar la validez de sus creencias, estos Tejedores se sienten capaces de dar la vuelta a la imparable marea de ciencia y reinstaurarse a sí mismos como creadores de maravillas sin parangón.

ORGANIZACIÓN:

Los Taftâni suelen trabajar solos, habitando fortalezas aisladas, viajando por la soledad de los desiertos o viviendo pobremente en los barrios bajos de las ciudades de todo Oriente Medio. Algunos de estos magos solitarios se unen a un grupo de nómadas, como protectores de lo que queda de una cultura que desaparece con rapidez. La única relación organizada entre los brujos Taftâni es la del lazo entre el maestro y el alumno. Aunque todos los Taftâni tienen una filosofía en común, cada Tejedor adorna su idea de cómo actúa la magia mediante una propia y única visión. Los Taftâni rara vez comparten sus descubrimientos con los suyos, a excepción de los estudiantes. Guardan celosamente sus secretos y hallazgos, de esta forma consienten las rivalidades entre ellos ya que ven a los otros Taftâni como competidores. Cuando hay un conflicto entre dos o más Taftâni, la manera más lógica de resolver el problema es mediante duelo mágico, que en ocasiones provoca que la espectacular pirotecnia dañe inintencionadamente a los espectadores y en otras ocasiones acaba con el fallecimiento del perdedor. Otras veces, la naturaleza altamente vulgar de la magia Taftâni, unida a la propensión de estos hacia la utilización del fuego como un arma mágica, tiene como resultado la muerte de ambos bandos.

Tan sólo cuando una amenaza demasiado poderosa requiere la cooperación y la alianza de los Taftâni, éstos aceptan trabajar juntos. Tales ejemplos de trabajo en equipo desaparecen normalmente cuando la amenaza deja de serlo.

Siguiendo una costumbre tan antigua como los propios orígenes de la magia Taftâni, los Tejedores seleccionan a sus aprendices con gran cuidado. Antes del advenimiento del Islam, los hechiceros Taftâni viajaban por todas sus tierras buscando los jóvenes con talento para entrenarlos en los misterios de la convocación y atadura de los djinns. En el mundo actual, no obstante pocos Taftâni disfrutan de la misma consideración que antaño poseyeron. Donde antes tuvieron el privilegio de elegir entre los mejores y más brillantes candidatos, hoy los Tejedores peinan los orfanatos, los callejones y el mercado negro en busca de estudiantes. Cuando un mago Taftâni encuentra un individuo prometedor, hace pasar al estudiante potencial unas pruebas calculadas que determinan la presencia de talento mágico. Una vez que el Tejedor acepta un estudiante, supervisa una segunda batería de preguntas y tormentos que miden la validez del aprendiz para aprender los secretos del maestro. Los estudiantes rara vez sobreviven al fracaso, dado que los peligros de la magia Taftâni son grandes. Además, los aprendices deben erradicar cualquier vestigio de monoteísmo de sus creencias religiosas ciñéndose por el contrario a la creencia en la existencia de una gran diversidad de deidades.

FILOSOFÍA:

La mente imagina lo que la voluntad confirma. La magia consiste en canalizar las energías creativas del mago y en ganar el control de las criaturas espirituales que infunden al mundo la esencia del poder. Al mandar y domar a los djinns, los demonios, los ángeles y otros espíritus que personifican la energía mágica infiltrada en el universo, los Taftâni impiden a estas criaturas vagar furiosas por el mundo físico. Además, los Tejedores usan el poder de los espíritus encadenados para alimentar sus propios manejos. Se ven a sí mismos como guardianes de la magia del mundo, y los Taftâni reclaman el derecho de determinar cómo y cuando debe manifestarse dicha magia.

FALLOS:

Los Taftâni son extremadamente desorganizados. Los mentores combaten con los estudiantes, los brujos luchan entre ellos, y todos guardan celosamente sus conocimientos y el poder sobre cada djinn. Unido a su extravagancia, esta competitividad les hace vulnerables. Sin una organización fuerte, o siquiera la voluntad de ayudarse entre ellos, los Taftâni son presas fáciles para la Tecnocracia … u otros grupos. Además, los Taftâni tampoco trabajan a gusto con otros magos. Su espectacular poder les conduce a ser particularmente arrogantes, y muchos ven a las Tradiciones como sus antagonistas y se niegan a trabajar con otros lanzadores de hechizos. Lentamente, se están extinguiendo, uno a uno, debido a que no reconocen el poder de un grupo organizado en contra de su fiel individualidad.

HERRAMIENTAS Y ESTILOS:

La magia, tal y como la practican los Taftâni, emplea varias técnicas. Ya que enfatizan el poder de la llamada como una manera de controlar a sus djinns y otros espíritus, emplean la mayor parte del tiempo tratando de encontrar los verdaderos nombres de las criaturas a las que desean afectar. Además, hacen uso de elaborados rituales y fórmulas matemáticas en el desarrollo de sus trabajos. Aunque recuerdan a los Herméticos en su aproximación a al magia, la forma en que realizan sus rituales difiere mucho de los practicantes Herméticos occidentales. Muchos Taftâni aprenden alguna forma de arte u oficio como un método de enfocar su voluntad y crear vasijas adecuadas en las que alojar a los espíritus que atan. Así, un mago Taftâni puede tejer el verdadero nombre de un djinn en una alfombra de intrincado diseño que no sólo sirve como una jaula espiritual sino también como alfombra voladora, alimentada por la esencia del djinn prisionero. Otras “trampas para djinns” incluyen anillos, brazaletes, lámparas y objetos de valor similar.

ESFERA ESPECIAL: Espíritu.

FOCOS HABITUALES: Objetos de Artesanía, Ritos de Conjuración y Atadura de Djinns, Gestos Expresivos, Fórmulas Mágicas, Idiomas, Cánticos Espirituales.

CONCEPTOS: Coleccionista de Antigüedades, Artesano, Mago de Bazar, Mendigo, Nómada, Profesor de Historia Antigua Persa, Poeta, Sabio Solitario, Vendedor de Alfombras Turco.

Tiburk

Un amante de los juegos de rol...

Un comentario:

  1. Maria C Terrazas

    Interesante grasias Mc.

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