La Lobera es uno de los Reinos Próximos más extraños. No es un lugar placentero para la mayoría de cambiaformas, pero tampoco es un microcosmos de sufrimiento y dolor. En cambio, es un reino de humildad y debilidad que priva a un cambiaformas de muchos de sus poderes e intelecto y lo convierte en un animal cazado. Algunos Ancianos envían deliberadamente a un Cachorro a la Lobera para enseñarle una lección valiosa. Aprenderla es la única forma de salir; hasta que el cambiaformas sea capaz de entender, aceptar y reconciliarse con su naturaleza bestial, no puede dejar el reino.
Entrar en el reino fuerza inmediatamente a todos los cambiaformas a su Forma Lupus (o equivalente). Los Garou se convierten en lobos, los Corax en cuervos, los Ananasi en todo un enjambre de arañas, etc. Su mentalidad se convierte también en la de esa clase de animal, y se suprimen los procesos de pensamiento humanos. Incluso un Garou Lupus de nacimiento, con sus instintos animales naturales, se ve en desventaja cuando se le priva de pensamientos superiores. Aunque la personalidad y hábitos del personaje permanecen intactos; un Camada de Fenris aún tiene su experiencia en combate y un Caminante Silencioso está inclinado a vagabundear.
No sólo no pueden pensar como un humano sin esfuerzo, sino que no pueden entender totalmente a los habitantes «humanos» de la Lobera (emanaciones inconscientes de su verdadera naturaleza). Las cosas que hacen los humanos son aterradoras, extrañas e incomprensibles para un cambiaformas en este estado. A diferencia de los espíritus animales de la Lobera, los cambiaformas tienen cierta comprensión del lenguaje humano, pero pueden tener que hacer tiradas de Inteligencia para entender conceptos como «llave de la jaula» o «laboratorio».
Sus propios recuerdos pueden volverse nebulosos y confusos al recordar eventos básicos pero pierden detalles y contexto que ya no pueden entender. Como regla opcional, el Narrador puede eliminar el acceso a la lista de Habilidades restringidas para personajes de Raza animal (H20, pág. 76).
LA LOBERA POR CUALQUIER OTRO NOMBRE
Dado que los Garou están entre quienes más probablemente acabarán aquí (sólo por detrás de los Ratkin), es obvio por qué «Lobera» es sólo el nombre más común para el lugar. El dominio Garou sobre las demás Razas Cambiantes, junto con ser la única Raza Cambiante superviviente que ha perdido parientes cercanos ante la domesticación, claramente sesga este reino hacia su experiencia.
La mayoría de Fera ni siquiera sabe de este lugar. Los Nuwisha y Corax, como experimentados viajeros umbrales, saben tanto como los Garou. Los Nuwisha lo llaman también «Lobera», mientras que los Corax prefieren el término «Paraíso Humano». Los Ratkin, quienes terminan en los Campamentos muy a menudo, lo llaman «Infierno».
Los espíritus animales pueden comunicarse entre sí y con los cambiaformas. Actúan como la mayoría de los seres esperarían que actuasen: los zorros son astutos, los conejos, escurridizos, etc. Los animales domesticados del reino, en especial los perros, son leales a los humanos por encima de todo y los demás animales los aborrecen por ello.
Los animales salvajes del reino (un grupo que ahora incluye a los cambiaformas de visita) están siempre huyendo de los cazadores humanos. Ninguno de ellos puede entender por qué son tratados así. Todo lo que saben es que los humanos los persiguen con monstruos giratorios de metal voladores y los cazan con ruidosos palos de fuego que causan dolor y muerte. A veces, los humanos los capturan y los meten en nauseabundas jaulas para facilitar la tortura y hacerlos enfermar.
Las formas animales de algunos cambiaformas, como las de Corax y Ananasi, están casi a salvo en el reino, sus principales preocupaciones tienden a ser los depredadores naturales, niños crueles o un exterminador. La principal preocupación de un Nagah es mantenerse fuera de la vista de los humanos que lo atacarán aterrados. Los hombres lobo podrían, con poca luz, hacerse pasar por huskies o pastores alemanes (a pesar de lo peligrosos que son, los humanos no son tan listos) y terminar en un refugio si los atrapan.
Algunos cambiaformas lo tienen peor que otros. Los Gurahl en forma de oso son objetivos apreciados por los cazadores en los bosques y tratados como peligrosas amenazas si son vistos en la civilización. Los Mokolé podrían ser capaces de esconderse en las alcantarillas de la Ciudad, pero en cualquier otro caso se mantienen en el campo. El reino fuerza a los Rokea a una forma de tiburón toro para poder sobrevivir en uno de los lagos de agua dulce o ríos que rodean el reino y se alimentan entre sí sin llegar nunca al océano.
El campo
El paisaje parece un cruce entre una rústica campiña inglesa y un barrio residencial estereotípico de los suburbios. Pequeños suburbios y granjas humanos salpican el terreno, así como laboratorios tras vallas electrificadas. Incluso en las porciones más profundas del amplio campo, hay puestos científicos y estaciones de guardabosques que aparecen lo suficiente para ser un problema para la vida salvaje. Nunca se han descrito grandes ciudades en la Lobera, y los supervivientes que examinan en detalle sus experiencias a veces se preguntan por qué.
El campo más profundo aún ofrece la mejor oportunidad de supervivencia para los grandes cambiaformas. El mayor peligro aparte de los cazadores humanos e investigadores con jaulas serían los demás depredadores. Un nuevo cambiaformas en la Lobera debería competir con los depredadores establecidos por comida y territorio de caza, ya que hay una cantidad de campo finita. Con suerte, un Garou será capaz de tomar el mando de una manada de lobos nativa.
La ciudad
La ciudad no tiene nombre concreto, sólo humanos que viven en suburbios. Para un cambiaformas, es incómodo y peligroso y, por lo general, lo evita salvo si no tiene otra opción. La ciudad es lo bastante limpia, por lo que rebuscar comida significa combatir con otros animales por los contenidos de cubos de basura y vertederos. Rebuscar comida y combatir, naturalmente, atrae la atención y puede hacer que un animal muera o sea capturado y encerrado en el zoo (o algo peor).
Algunos humanos de la ciudad no son tan malos. Las familias con hijos tienden a ser amables, y algunos cambiaformas pueden pasar por algo que se adoptaría como mascota. En el caso de Garou que se hacen pasar por perros, esto conlleva el riesgo de ser reconocidos como lobos por la sociedad «humana» y ser llevados a un refugio. Incluso si logra con éxito fingir ser un perro, un Garou atrapado en forma de lobo aún puede entrar en Frenesí si sus instintos son provocados por niños bruscos o animales que hostigan.
Refugios
En la Lobera, un «refugio» es todo menos eso. Humanos con uniformes a juego y con equipo doloroso para el control de animales los apiñan en minúsculas y apestosas jaulas inmundas, donde comparten espacio con animales salvajes. Muchos están enfermos o incluso tienen rabia, y aunque no sea así, no van a ser amigables. Y luego están los humanos que insistirán en inyectar drogas a los personajes o incluso castrarlos. La regeneración de un cambiaformas puede terminar por revertir el procedimiento, pero la humillación puede llevar al Frenesí.
Los refugios suelen ser la última parada de los animales que no son adecuados para ser mascotas, e incluso un cambiaformas atrapado en forma animal tiene que preocuparse de que el
refugio lo ponga a dormir. La alternativa, si el animal no es adecuado para un zoo, es terminar en uno de los campamentos. Que te pongan a dormir sería casi piadoso en ese caso.
Las alcantarillas
Algunos cambiaformas tratan de salir adelante en las alcantarillas. Los Mokolé y los Ratkin son elecciones obvias, y los Roehuesos podrían intentarlo por familiaridad. Las alcantarillas son tan sucias y desagradables como cabría esperar, pero a ellas llega mucha comida desde arriba. Como en el campo, reclamar territorio seguro es una lucha contra los nativos. Incluso dejando de lado el problema del territorio, las manadas de perros salvajes y ratas, por no mencionar algún que otro caimán, podrían estar lo bastante hambrientas para buscar algo fresco.
El zoo
Cuando son capturados, los animales más grandes u obviamente peligrosos terminan en el zoo o el acuario, en el caso de los Rokea. Para un cambiaformas, el zoo es aún más una prisión que los refugios. Los animales del zoo están expuestos tras barras de metal y en madrigueras de hormigón, mientras ruidosos y apestosos humanos se quedan totalmente boquiabiertos o gritan y tiran cosas. Y, por alguna razón, muchos de ellos siguen asaltando la vista del animal con luces deslumbrantes.
En el mejor de los casos, el zoo es una experiencia aburrida, e incluso ese aburrimiento terminará siendo demasiado. Algunos de los guardianes del zoo pueden ser decentes, pero en general exhiben la típica ignorancia humana o abusan descaradamente de aquéllos a su cargo. Un cambiaformas es pinchado y tratado como si se esperase algo de él, dependiendo de cuánto lloriqueen o griten los humanos (en concreto los niños).
Y luego otros animales acaban en la mezcla, especialmente en las jaulas comunales. Como en una prisión, los recién llegados comienzan en lo más bajo de la jerarquía contra algún alfa mamón con lacayos que lo apoyan. Como mínimo, acapararán la comida,por mala que sea, pero en el peor de los casos el cambiaformas debe soportar el dominio del líder o contraatacar. Hacer esto último es una buena forma de terminar lidiando con un guardián del zoo sádico o ser enviado a uno de los campamentos.
Los campamentos
Los animales de la Lobera los llaman «campamentos» porque, en general, los términos «laboratorio» o «centro de pruebas médicas» son demasiado complejos para entenderlos. Algunos animales entienden que distintos campamentos quieren cosas distintas, pero rara vez se preocupan mucho porque el resultado final es siempre el mismo a pesar de todo. Hombres de uniforme con pistolas y tranquilizantes llevan a animales a los campamentos para sufrir despacio y morir a manos de doctores en bata sin importar los objetivos exactos del campamento.
Los científicos pinchan a los animales a su cargo con agujas y los llenan de drogas diseñadas para hacerles enfermar o atontarlos. Les afeitan su pelaje para frotarles ardientes productos químicos contra la piel desnuda para ver qué pasa. Atrapan a los cautivos en laberintos o enfocan luces y colores en sus ojos (a veces tras hacerles enfermar o darles descargas). A veces, los experimentos implican hambre o deprivación sensorial. Cualquier propósito de los experimentos más allá del dolor y el sufrimiento está fuera del entendimiento de los animales.
Si un personaje actúa de forma un poquito demasiado «inteligente», puede llamar la atención de un investigador especialmente curioso. Esto podría significar que es ahora el proyecto personal de alguien que quiere tratar de entrenarlo o estudiarlo en condiciones menos dolorosas. Quizás el investigador quiera clavarle una aguja mayor en su piel o atarle una caja de plástico en torno al cuello y liberarlo en plena naturaleza para ver lo que hace. O quizás significa que termina a merced de un científico que quiere abrirle la cabeza y echar un vistazo a su cerebro.
Entrada y salida
La Lobera rara vez es un destino intencionado. Los personajes que terminan aquí suelen ser aquéllos que han descuidado sus deberes para con Gaia, demostrado una severa ignorancia o desdén por su lado animal o que necesitan de alguna otra forma que les bajen los humos. Algunos Ancianos tienen formas de mandar a otros cambiaformas aquí, quizás con un aliado espiritual. Los viajeros a veces terminan aquí tras abandonar la Zona Onírica. Si un cambiaformas entra adrede en la Lobera probablemente sea para rescatar a un compañero de manada o de clan. En algunos casos, un viaje a la Lobera podría servir como prueba o búsqueda de visión, lo que lleva a Renombre de Honor o Sabiduría a su retorno.
Dejar la Lobera es una historia totalmente distinta. Para salir de este reino, el cambiaformas tiene que entrar en contacto con su lado animal y entender verdaderamente los aspectos bestiales de su naturaleza; probablemente de una forma en que nunca lo ha hecho. El momento en el que el personaje ha aprendido su lección y cómo queda a discreción del Narrador, pero una vez que se ha alcanzado ese momento, el personaje puede marcharse.