Linea de Sangre – Salubri – Tres Ojos en las noches actuales

¿Un Clan muerto? Difícilmente. Hemos ocultado nuestra luz, pero como a mi Sire le gustaba decir, brillamos de todas formas. Existimos en los recovecos del mundo, aunque te concedo que «medrar» es una palabra muy generosa. Donde la Camarilla es débil y la humanidad fuerte: ahí es donde nos acomodamos, nos adherimos a la comunidad y el deber. En general, es una existencia solitaria, que por defecto tiende a la tutela Sire-Chiquillo que siempre nos ha definido. Cuando estamos separados y nos vemos forzados a huir, tratamos de encontrar o fundar comunidades basadas en torno a nuestra herencia. ¿Por qué si no vendría a Utah, a la boca del lobo? Es una de las mayores comunidades maoríes del mundo.

Somos cazados por la Camarilla y nuestra dedicación para con la humanidad nos separa del Sabbat, salvo por algún renacido Antitribu. La mortalidad nos protege; el servicio nos define; la Golconda nos salvará.

Quiénes somos

La respuesta a la cuestión «¿quiénes somos?» depende de las circunstancias. En la mayoría de casos, somos cazados y desdeñados, víctimas de un pogromo aún activo y una campaña de propaganda de los Tremere. Incluso cuando no nos están cazando activamente (y la verdad sea dicha, sus intentos estas noches son poco entusiastas en el mejor de los casos) se oponen a nosotros ideológicamente, e impiden que nos mostremos abiertamente en ciudades de la Camarilla, incluso si eso fuera algo que deseásemos hacer. Nos aferramos al ejemplo de Saulot: ser una luz para quienes buscan la Golconda, incluso si no la hemos encontrado; salvaguardar a quienes desean aferrarse a la Humanidad; mantener a salvo, limpios y listos para cosechar a los rebaños humanos.

Busca sufrimiento y nos encontrarás allí, Abrazando a un Chiquillo para que actúe como nuestros ojos y manos en una comunidad. Nos aseguramos de que no sufran demasiado, incluso cuando aún son objetivos fáciles para Vástagos. Impedimos que los colmillos diezmen sin descanso, que tomen demasiado. Evitamos a la mayoría de vampiros de la Camarilla, a menos que nos busquen por las razones correctas (y éstas bastan para arriesgarnos a vernos expuestos).

Evitamos también al Sabbat, ya que se opone a todo lo que somos y hacemos. Los Clanes Independientes… bueno, es mejor considerarlos uno a uno. Como has descubierto, solemos hacer pactos individuales con los Antiguos. Incluso ellos tienen ganado favorito que prefieren no perder ante enfermedades o lesiones; eso nos da cierto poder de negociación. Obeah nos permite contribuir a la salud y el entusiasmo de la humanidad, y si los rebaños o Domitores acceden a darnos sangre como pago, ¿qué tiene de malo?

Cuando la enfermedad amenaza con correr rampante entre los rebaños de mortales, nos aseguramos de que la población vampírica no sufra. Los pobres y los religiosos son nuestros rebaños. Desde las abundantes masas, aquéllos bajo un puente, como si dijéramos, observamos a los demás vampiros en las ciudades.

Cuando vemos a uno sufrir por ser un monstruo, le mostramos lo que significa ser humano. Cuando vemos a un Neonato o Ancilla elegir alimentarse de ratas y gatos, lo contactamos, lo guiamos a las sendas de la verdadera Humanidad.

¿Por qué hacemos esto cuando somos odiados y no causa más que sufrimiento? Algunos dirán que estamos hechos para sufrir, que eso fortalece nuestras almas. Otros no estarían de acuerdo.

Los Siete

Lo primero es lo primero: hay más de siete Salubri, te lo aseguro. Y no, no estoy contando a los Antitribu entre nosotros. Aun así, los Siete son de lejos la representación más conocida de nuestro Clan y siguen teniendo un éxito admirable a la hora de contaminar la opinión de la Camarilla en nuestra contra.

Son un arma de doble filo para el resto del Clan: atraen mucha atención, pero también definen cómo somos percibidos entre los Vástagos, ya que muchos nos achacan sus crímenes. Sus faltas quizás no están en sus almas, sino en ellos mismos. Voy a contarte más de lo que mi Sire me enseñó (aparte de Shakespeare): cuando las cacerías Tremere comenzaron a tener legitimidad durante la Guerra de los Príncipes, siete Antiguos del Clan decidieron seguir los pasos de Saulot, y tratar de encontrar iluminación más allá del alcance de los Usurpadores. Siguieron la Ruta de la Seda hacia oriente, al parecer para encontrar a los Vigilantes y aprender los secretos que Saulot les hubiera confiado.

Regresaron como bodhisattvas dementes, cuidadores de una falsa Golconda. Cada uno Abrazó a un Chiquillo, lo guió en los primeros pasos al Suspiro Rojo y lo urgió a cometer Diablerie sobre él para pastorear eternamente la Promesa de Rafael. Creen que permanecen dentro de las almas y la Sangre de sus Diabolistas, purificándose en lugar de degradándose.

Aparte de actuar como faros para otros buscadores de la Golconda o los cazadores Tremere, suelen destrozar las almas de mortales por sus propios e inescrutables fines. Por un lado, atacaron a mi Sire, Matthias de Bath, y trataron de Diabolizarlo cuando se enfrentó a ellos en algún momento respecto a la Iluminación. Por otro, la Neonata que casi lo venció mostró un poder y una potencia increíbles para su edad, con venas radiantes en su aura en lugar del palpitante negro de la Diablerie.

Los Wu Zao

Un tā moko no es tatau, pero para responder a tu pregunta, no, no visto este rostro todo el tiempo. Aprendí el truco de ocultarme tras unos años en Hong Kong. Cuando vagabundeaba por Victoria Harbour, me topé con un marinero que quedó fácilmente prendado por relatos de rodar El señor de los anillos. Había llegado al tema de probar sangre, cuando parpadeó y se marchó. Nadie más en el bar podía verme u oírme, salvo uno, que sacudió la cabeza y se dirigió a mí como «un insensato Erudito».

Quizás la mayor parte de nuestro Clan aún permanece en oriente, me explicó tras un poco de comida nativa (mucho mejor que la mierda para turistas). Los Wu Zao dividieron su antiguo linaje en Eruditos y Ladrones, en lugar de Sanadores y Guerreros, siguiendo el ejemplo de dos Chiquillos de Saulot.

Como guardianes secretos de la sabiduría de Saulot, vigilan a las demás criaturas de la noche, manipulándolas gentilmente contra los Wan Kuei, los Vástagos demonio que controlan Corea, China y Japón. En lugar de encontrar dificultades para interactuar con la humanidad, se concentran en los pequeños detalles de sus obsesiones. También interactúan como comunidad, formando células y continúan su interminable guerra de desgaste contra los Wan Kuei. «La sabiduría de Xao-lat es inmortal, incluso aunque él no lo fuera», dijo mi compañero. «Aguardamos su retorno con el giro de la Rueda, y hemos mantenido a sus enemigos débiles y acobardados para él».

Cuando le pregunté si era uno de los elusivos Vigilantes de los que mi Sire hablaba, simplemente se rio.

Los al-Amin En noches pasadas, los principales de nuestras filas se encontraban en Levante, en nuestros ancestrales baluartes. Cazamos a los Baali, tratamos de llevar paz a las fracturadas tierras de Oriente Próximo, y resistimos a los invasores de la Camarilla durante siglos. Los Clanes de la Ashirra consideraban a nuestra Línea de Sangre una de los suyos, a la que nunca traicionar ante el odio de los paganos Tremere.

Hasta la primera de nuestras guerras mundiales. Conforme los poderes mortales troceaban las tierras, la Camarilla al fin entró y nosotros nos vimos expulsados con ellos. Seis siglos de servicio desaparecieron en unas noches de sangre y hechicería.

Una docena de vampiros de tres ojos se unió al resto de nosotros en el exilio, los restos de nuestras últimas figuras públicas.

Antitribu

Creía que sólo los Sanadores habían sobrevivido a los pogromos, o quizás algunos Vigilantes solitarios en Letargo entre la secta que habían creado los Wu Zao. El Sabbat nos acogía por defecto, aunque nuestra devoción al ganado les irrita en tal grado que nunca esperaríamos unirnos, ni siquiera si quisiéramos hacerlo. Nuestro singular experimento Antitribu fue un fallo.

Hasta que se alzó Adonai.

Sus seguidores cuentan un relato: una manada del Sabbat encontró a los últimos Guerreros en alguna antigua y olvidada mina a las afueras de Praga, reabierta por una compañía Ventrue una década antes del cambio de milenio. En una rara muestra de compasión, la manada les hizo recobrar el sentido, les instruyó en los desarrollos de los Tremere y el Sabbat y les ofreció un lugar en la manada. Su líder, vestido con ropa podrida y cota de malla herrumbrosa, estrechó las garras del Ductus en un reconocimiento fraternal.

Aun así, nadie puede identificar a esta manada ni ha oído de los rescatadores de Adonai, que actuaron de forma tan poco característica para Sabbat que se encuentran con Vástagos en Letargo. Ninguno de los Antitribu, que volvieron fortalecidos y desafiantes al frente europeo y las manadas que rodean Londres parecía haber sido Sangrado siguiendo el Código. Mi Sire afirma que los fragmentos de las palabras de Samiel que escupen son genuinos, pero se hace la misma pregunta que yo: ¿no debería un verdadero Guerrero conocer el Código de corazón? Si éste es el Adonai de antaño, el Letargo ha templado su brusco comportamiento. Este Adonai era sutil al principio, mantenía a su nueva prole pequeña hasta que la Casa Goratrix desapareció bajo las arenas de México. Entonces adoptó tácticas de Abrazo en masa, hasta que los Salubri Antitribu fueron comunes en las manadas del Sabbat. En estas noches, sus filas han crecido hasta eclipsar a las nuestras y han obtenido influencia en la Mano Negra, la sociedad secreta paramilitar del Sabbat. Su destreza ocultista crece cada día, esgrimen contramagias con talento y actúan como aterradoras tropas de choque a la cabeza de columnas en batalla. Antes considerados por el Sabbat como simples armas que apuntar contra la Camarilla, la antigua Casta Guerrera se ha hecho un lugar por puro respeto.

Cuando se encuentran con nosotros, nuestros Antitribu no nos muestran enemistad alguna. Se vanaglorian de los titanes inhumanos en los que se han convertido al deshacerse del Manto de Saulot para hacerse con su destino. Su llama avergüenza a nuestras cenizas y ascuas. Nos invitan a unirnos a ellos, a unir a ambas Castas de nuevo, a sanar a nuestro desgarrado Clan de las cicatrices de Acre. Conocí al propio Adonai en Nuevo México, bajo las estrellas y una brillante luna amarilla. Sus Chiquillos se marcaban con hierros encendidos y bailaban junto a hogueras. Sus ojos danzaban con el carisma de la pira, todos los fuegos del cielo y la tierra brillaban con furia y éxtasis. «Hay un lugar para ti con nosotros», me dijo. «Nuestros rebaños enferman y mueren. Estos muchachos abusan del ganado por placer, en lugar de tratarlo como comida valiosa. Únete a nosotros, toma el respeto que se nos debe y recupera nuestro Clan».

Saulot me ayude, sueño con esos fuegos cada día.

Tiburk

Un amante de los juegos de rol...

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