Raymond Narcisse – Mano de la redención de Caín

«Te traigo un mensaje de Dios.»

En la recta final de las cazas de brujas a principios del siglo XVII, los cazadores franceses tenían como objetivo campesinos del suroeste de Francia. Afirmaban, a petición de su líder político, que los dioses y diosas paganos de los aldeanos eran, en realidad, demonios y criaturas de la noche que se alimentaban de ellos y les impedían acoger al Dios cristiano en sus corazones.

Estos cazadores peinaron la campiña e iniciaron grandes cazas de brujas por toda la frontera hispanofrancesa a petición del cazador y juez Pierre de Lancre, antes de concentrar sus esfuerzos en los habitantes de la provincia de Labourd. De Lancre, designado por el rey para erradicar la brujería en Labort, escribió muchos tratados en lo tocante a demonios, hombres lobo y brujería. Para ayudarlo en su cometido, De Lancre reclutó muchos cazadores de toda Francia, incluido el padre Raymond. El padre Raymond, como se le conocía antes de convertirse en vampiro, fue arrancado de un monasterio en Normandía para luchar junto a Lancre. Era un devoto católico converso que nació en las Indias Occidentales de una familia de comerciantes y se convirtió en pupilo de la Iglesia poco después de que sus padres y sus dos hermanas muriesen por complicaciones de la viruela. Al igual que sus compañeros sacerdotes, fue entrenado para convertirse en un inquisidor y derrotar a los herejes en el nombre de la Iglesia.

Para seguir con su entrenamiento, al padre Raymond se le asignó asistir a Lancre junto con docenas de otros hombres (políticos, sacerdotes y oportunistas) como refuerzo. En realidad, el juez Lancre siempre había esperado que los habitantes locales se resistieran y deseaba en secreto formar un ejército de cazadores de brujas para acabar con la práctica de la brujería de una vez por todas en nombre del rey. A puerta cerrada, De Lancre siempre susurraba que había varios miles de brujas, hechiceros, hombres lobo y demonios desperdigados por las regiones impías de Francia.

Aunque el padre Raymond no compartía el fanatismo del juez, confiaba en la creencia de que existían las criaturas de la noche y que los humanos les servían. Este sacerdote era un hombre sencillo que pensaba que los testimonios y las confesiones de los acusados, muchas de las cuales eran extraídas durante intensas sesiones de tortura, eran la prueba que necesitaba para mirar más allá de los lamentos que clamaban inocencia y escrutar la noche para averiguar qué era lo que en realidad se escondía en las sombras.

No mucho después, el padre Raymond perforó el velo de la oscuridad y atisbó un horror como nunca antes había visto. Esa noche, el sacerdote buscaba a una niña desaparecida en los alrededores de Labort. Una comadrona la describía como una niña de ocho años con una cara tan dulce que debía ser una señal del mismo Diablo, pues la niña había envenenado a sus padres y se las había arreglado para escapar antes de que la atacara a ella. El padre Raymond confiaba en su entrenamiento y encontró a la niña dormida sobre una pila de cadáveres putrefactos en un claro de bosque a unos kilómetros de distancia.

Pensando que estaba maldita, el padre Raymond sacó su cruz y se acercó a la niña. Sin embargo, antes de tocarla, uno de los cadáveres se movió. Le clavó una mirada, sucia y salvaje, y lanzó al padre Raymond a varios metros de distancia. Magullado y dolorido, el inquisidor intentó levantarse, pero la criatura lo clavó en el suelo y lo condenó a la servidumbre.

Tras ese funesto encuentro, el padre Raymond sirvió a su lunático amo como Ghoul durante muchos y crueles años, mucho después de que los juicios de brujas hubieran desaparecido.

El amo del sacerdote, al que algunos llamaban Jardine, disfrutaba jugando con su esclavo de sangre y con deleite mantuvo al inquisidor como mascota. Raymond fue despojado de su identidad anterior y se le otorgó un nuevo apellido, Narcisse, para servir mejor a su amo. Como Raymond Narcisse, el antiguo sacerdote encubrió los asesinatos perpetrados por su amo y en ocasiones era obligado a escuchar los gritos atormentados de la víctima. La combinación del Vínculo de Sangre con la manipulación mental mantuvo a Raymond Narcisse congelado en el sitio, incapaz de contraatacar o rescatar a las víctimas de su amo.

Muchos años después, las subconscientes plegarias de salvación de Raymond Narcisse fueron escuchadas de forma inusual: otro vampiro lo rescató. Resulta que Jardine se había estado reuniendo en secreto con un Anatema llamado Erik Kuster. Los Alastores habían estado rastreando a Kuster por toda Europa durante décadas, pero no se habían encontrado con el Anatema cara a cara. Por fin, los Alastores habían decidido tender una emboscada a su aliado, Jardine, con la idea de que las vías de escape de Kuster quedarían cortadas.

Estaban en lo cierto. Por suerte para los Alastores, Kuster estaba presente la noche en la que atacaron y recibió muchas heridas antes de escapar por las bodegas que cruzaban bajo la guarida de Jardine. En plena confusión, los Alastores destruyeron a Jardine pero no consiguieron capturar al escurridizo Kuster, que huyó en la oscuridad de la noche.

Irónicamente, fue Kuster quien salvó a Narcisse de los Alastores, pues la huida del Anatema empujó a sus cazadores a seguirle, dejando atrás al Ghoul. Pocas noches después, la espesa niebla que enturbiaba su mente se disipó y Narcisse cayó en la cuenta de lo que había estado haciendo los últimos años. Una culpa terrible lo inundó y Narcisse juró usar el conocimiento que había adquirido para destruir vampiros. Durante unos meses, el revitalizado inquisidor se las arregló para prender fuego a unos cuantos refugios abandonados, sin saber que pertenecían al Anatema. Como represalia, Kuster convirtió a Narcisse y lo condenó para toda la eternidad, con la idea de que sólo estaba castigando el error del Ghoul a la hora de proteger a Jardine de los Alastores. Poco después, los Alastores los interceptaron en París y Kuster huyó de nuevo.

Los Alastores capturaron a Narcisse y lo llevaron hasta el Príncipe local para ser juzgado. Durante un tiempo, Raymond Narcisse fue poco a poco adoctrinado sobre la sociedad de los Vástagos a instancias de los Alastores, quienes lo habían capturado y creían que el antiguo inquisidor se convertiría en uno de ellos. Narcisse era un estudiante cuidadoso y tranquilo, y fue instruido en las Tradiciones y formas de la sociedad vampírica antes de obsesionarse en secreto con el saber nodista. Perdido y sin un propósito, Narcisse interpretó pasajes antiguos de forma diferente a sus congéneres y empezó a creer que Dios lo había forjado de nuevo en forma de un arma oscura para borrar a Caín y a sus hijos de la faz de la tierra. Narcisse, un investigador hábil y un cazador capaz, se acabó cansando de Europa y viajó de polizón en la bodega de un barco prisión que iba de camino a las Américas. Allí, Narcisse viajó hacia el Oeste a través de las Grandes Llanuras, matando a tantos vampiros como pudo encontrar.

Entonces, tras un desagradable encuentro con unos Lupinos, Raymond Narcisse desapareció de los registros históricos durante cien años o más y salió del Letargo en los años ochenta, sólo para retomar la caza en Nevada y Nuevo México. Con el tiempo, los Justicar no pudieron seguir tolerando que se tomara la justicia por su mano, y hace poco fue incluido en la Lista Roja para demostrar que todas las Tradiciones, incluida la Tradición de la Destrucción, se imponen de igual manera.

Así, la inclusión de Narcisse en la Lista Roja contrarrestaba la errónea creencia popular de que los Justicar sólo designaban Anatemas si suponían un peligro para la Mascarada. Ni a los Alastores ni a los Justicar les importa por qué Raymond Narcisse aniquila tanto a miembros de la Camarilla como del Sabbat pero, si se revelase que Narcisse cree ser el único Vástago al que se le ha encomendado redimir el terrible pecado de Caín perpetrado hace tantos años, entonces desde luego que le prestarían atención. Después de todo, un vampiro que caza a otros vampiros es una amenaza segura para la Camarilla, pero un vampiro santurrón que cree ser un agente de Dios es todavía más peligroso, pues tiene algo que muchos Vástagos desean: una razón de ser.


Nombre: Raymond Narcisse.
Clan Trofeo: Brujah.
Alias: Ray Narc, padre Raymond.
Sire: Erik Kuster.
Clan: Toreador.
Naturaleza: Juez.
Conducta: Fanático.
Generación: Octava.
Abrazo: 1731.
Edad aparente: 30 y pocos.

Atributos Físicos: Fuerza 3, Destreza 3, Resistencia 3.
Atributos Sociales: Carisma 3, Manipulación 4, Apariencia 2.
Atributos Mentales: Percepción 4, Inteligencia 3, Astucia 4.

Talentos: Alerta 4, Atletismo 2, Callejeo 3, Consciencia 2, Empatía 2, Expresión 2, Intimidación 3, Liderazgo 3, Pelea 3, Subterfugio 2.
Técnicas: Armas de Fuego 3, Artesanía 3, Conducir 1, Etiqueta 3, Interpretación 2, Latrocinio 2, Pelea con Armas 4, Sigilo 4, Supervivencia 3, Trato con Animales 1.
Conocimientos: Academicismo 4, Ciencias 2, Finanzas 2, Informática 1, Investigación 4, Leyes 3, Medicina 2, Ocultismo 3, Política 3, Tecnología 2.

Disciplinas: Auspex 4, Celeridad 4, Dominación 2, Fortaleza 3, Potencia 2, Presencia 4.

Trasfondos: Aliados 2, Contactos 3, Recursos 1.

Virtudes: Conciencia 2, Autocontrol 4, Coraje 4.

Moralidad: Humanidad 7.

Fuerza de Voluntad: 7.

Reserva de Sangre / máx. por turno: 15 / 3.

Apariencia: Raymond Narcisse lleva una cruz de plata colgada al cuello y media melena que mantiene en una coleta. Se siente cómodo vistiendo todo de negro como otros sacerdotes, pero sin el alzacuellos, por supuesto. Pocas veces se le ve sin sus guantes o su ropa puesta, pues se siente cohibido por las profundas cicatrices que pueblan su cuerpo, marcas que aún debe curar. Estas cicatrices le recuerdan el tiempo que pasó siendo un Ghoul y, a día de hoy, todavía le enfurecen.

Pautas de interpretación: Aborreces lo que eres y te invade un profundo y enfermizo desprecio por ti mismo que no puedes admitir ante nadie, ni siquiera ante ti mismo. Has canalizado tu odio hacia los vampiros, lo has afilado para matar a los de tu especie indiscriminadamente. Neonato o Sire, Generaciones más bajas o más altas, Vástago o Cainita… los odias a todos por igual y preferirías exponerte al Sol a caer en sus juegos. Sin embargo, fingirás que sigues sus reglas cuando te convenga si eso te garantiza matar a más vampiros.

Aliados y Contactos: Raymond ha empezado a mantener contacto con grupos de cazadores mortales. Hasta ahora, ha evitado ponerse en contacto directamente con la Inquisición, ya que teme que le darían caza. En vez de eso, prefiere ponerse en contacto con grupos locales más pequeños y caza con ellos hasta que empiezan a sospechar de su verdadera naturaleza.

Tiburk

Un amante de los juegos de rol...

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