Una reseña de la Guerra de la Independencia Escocesa

En 1295 los escoceses negociaron un tratado recíprocamente defensivo con el rey Felipe de Francia, enemigo de Eduardo, como paso previo para obtener la independencia por la fuerza. Los primeros enfrentamientos fueron profundamente tradicionales, y culminaron con una capitulación escocesa después de su derrota en Dunbar en abril de 1296. Andrew Murray y William Wallace coordinaron después revueltas espontáneas por toda Escocia y condujeron al ejército de infantería escocés a la victoria ante una confiada fuerza inglesa en Stirling Bridge, en septiembre de 1297. FALKIRK (1298) Después de la batalla de Stirling Bridge, Eduardo I, decidido a vengarse, dirigió hacia el norte un ejército de más de 28.000 hombres. El 22 de julio los ingleses se enfrentaron a los escoceses de Wallace en Falkirk. Estos dispusieron su ejército en cuatro schiltroms defensivos. El schiltrom era un grupo de unos 1.000 lanceros, en formación semicircular, sujeto con cuerdas y en que…

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Robert De Bruce

Tras la muerte de Wallace, Robert Bruce, un descendiente de David I, asumió el liderazgo del movimiento de resistencia. En marzo de 1306 fue coronado como Roberto I, rey de Escocia, y comenzó una campaña de guerrilla sistemática contra los destacamentos ingleses y la nobleza escocesa que los apoyaba. Finalmente, Eduardo II dirigió una expedición de castigo en la primavera de 1314; en la batalla de Bannockburn los ejércitos escoceses infligieron a esta fuerza de invasión una de las más desastrosas derrotas de los anales militares ingleses. En 1326 el pueblo llano de Escocia se aseguró por primera vez la representación en el Parlamento escocés. La guerra contra Inglaterra finalizó con la victoria en 1328, cuando los regentes del joven Eduardo III de Inglaterra aprobaron el Tratado de Northampton, que reconocía a Escocia como reino independiente, una independencia que mantuvo durante casi 400 años. Roberto I Bruce (1274-1329), libertador de…

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Los ejércitos de la Alta Edad Media

Las tribus germánicas que invadieron el Imperio Romano a principios de la Edad Media, luchaban por lo general a pie y con hachas y espadas. Las únicas armaduras que solían usar eran cascos y escudos. Se organizaban en bandas armadas bajo el liderazgo de un jefe. Aunque eran feroces guerreros, luchaban como turbas sin coordinación. Las disciplinadas legiones romanas habían obtenido grandes victorias contra las tribus germánicas durante siglos, en parte por la fragilidad que se derivaba de su propio ímpetu. Pero al final del imperio, la calidad de las legiones romanas empezó a decaer, y las tribus germánicas pudieron traspasar sus fronteras.

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