Apócrifo Malkavian – Un alma que sangrar

Querida Chiquilla, Sloth es tu guía y te llevará a la condenación a menos que lo mates. Tareas sencillas: Cambia el camino del mundo y trae la Luna a la Tierra, pero tú te niegas. ¿Por qué? Mátalo, mi Chiquilla. Los cascos, los oigo tronar y sus nombres te son conocidos. Mata a Sloth, el arzobispo titular, y tira una antorcha a su pira, el fuego prende y arde rápido. Ofréceles un paso rápido y marca la caída de la estrella, antes de que el cielo quede vacío. No confíes en carpinteros o masones, mi Chiquilla, brillantemente iluminados tras sus velos. Su mesa posee asientos para doce reyes, y el último asiento es el de Caín. Los trece hijos de trece hijos llegarán a la adultez y el amanecer atrapará el anochecer. Las estrellas se tornarán rojas una vez, dos, tres, y el carretero reclamará su premio. Los cardos crecen,…

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Casas – Verdugos

Los Ángeles de la Muerte, la última de las Casas Celestiales, recibieron la melancólica tarea de deshacer todos los prodigios que creaban sus compañeros, poniendo fin a las vidas y borrando grandes trabajos para que otros pudieran ocupar su lugar. Era un papel solemne en el seno de las muchas glorias del cosmos, pero los segadores estaban tan satisfechos con su trabajo como cualquier otro ángel… hasta que nació la humanidad. Al igual que los demás Celestiales, los Segadores amaban a los seres humanos y concentraban todos sus esfuerzos en hacer del Edén un lugar vibrante y dinámico, pero la humanidad en su ignorancia sentía miedo y pesar por la muerte de los animales y plantas. Su reacción esconcertaba y entristecía a los Segadores, que anhelaban apaciguar los temores del hombre pero acataban la prohibición de Dios. Cuando Lucifer enarboló la bandera de la rebelión, muchos Segadores se unieron a…

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Gurahl

Leyenda Busca-Tierras-Ocultas avanza hacia la luz, su voz llegando hasta las más lejanas sombras más allá de los árboles: Una noche, en medio del Primer Invierno, la Gran Madre se agitaba sin descanso en su largo sueño. Su Cachorro despertó junto a ella. “Mi madre gruñe de hambre, y no tengo sueño,” pensó. “Encontraré algo de comida para que pueda comer y volver a su pacífico sueño.” El Cachorro se levantó, dejando la seguridad de su cubil por la dureza del mundo del invierno. En torno a él, la tierra vestía un manto de blanca y frágil nieve. Desnudos árboles de color negro seguían la línea del río congelado. Por mucho que buscó, el Cachorro no pudo encontrar comida. Entristecido, se sentó sobre el frío y duro suelo. Levantó lamirada al oscuro cielo de ébano, que se cernía sobre la tierra como un vasto río negro. Algo brilló a lo…

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