La Red de la Locura

A menos que el Narrador prefiera no abrir este bote de gusanos, se supone que todos los Malkavian están en sintonía (en mayor 0 menor medida) con la incorpórea red neural sobrenatural que algunos llaman Red de Locura (o Urdimbre, Tapiz. etc.). Esto no significa que estén en permanente conexión telepática, ni que sufran un bombardeo constante de señales. Sin poder afirmar que sea cierto, los Malkavian dedican un porcentaje de tiempo muy pequeño a consultar la Red. Muchos oyen tan sólo un débil murmullo dos o tres veces al año, la gran mayoría de las noches, la única compañía que tiene el Malkavian dentro de su cabeza es su propia demencia. La naturaleza exacta de la Red es un misterio; los Malkavian parecen estar convencidos de que la mano de Malkav está por alguna parte, pero eso no significa que sea verdad. La leyenda que afirma que Malkav existe…

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La Reina Victoria

Hija de Eduardo, duque de Kent, cuarto hijo del rey Jorge III, y de la princesa alemana Victoria de Sajonia-Coburgo, estaba emparentada con las casa reales de Alemania, Rumanía, Suecia, Dinamarca, Noruega y Bélgica, con lo que muchas veces durante su reinado las disputas territoriales con esos países eran consideradas por Victoria I como meros enfrentamientos familiares. Bautizada como Alejandrina Victoria, quedó huérfana de padre con cuatro años de edad, recayendo su educación en su madre. De ésta recibió y de su institutriz, la baronesa de Lehzen, recibió una educación tan esmerada como estricta. De su madre heredó, además, un carácter afectuoso y sensible, una gran inteligencia y un gusto por la independencia y la capacidad de decisión, que más tarde resultarán cruciales en sus relaciones con los políticos de la época. A la muerte de su abuelo Jorge III, el mismo año que su padre, ya se sabe que…

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El Clan Malkavian

Los vampiros no se asustan fácilmente. Ya han conquistado a la muerte, y hace mucho que las debilidades de sus días mortales han desaparecido. Pero los Cainitas del clan Malkavian hacen preocuparse incluso al más bravo de los Brujah, o al Tzimisce más seguro de sí, pues por donde ellos caminan, les sigue el rancio hedor de la locura.

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